María había visto cómo los jóvenes habían dejado el pueblo en busca de oportunidades en la ciudad, pero ella se negaba a abandonarlo, creía en el potencial del pueblo, investigó cómo mejorar la agricultura, llevo el regadío… mejoró la producción y la calidad de los cultivos y vendía sus productos por todos los mercados locales.
Aunque ella estaba decidida a luchar por él, su madre enfermó y antes de fallecer estuvo hospitalizada durante muchos meses lo que obligó a María a trasladarse temporalmente a la casa que un familiar tenía en la ciudad.
Finalmente, volvió a Peón. Aunque habían cambiado muchas cosas, María estaba feliz de volver a su hogar y se aseguró de cuidarlo con mucho amor y cariño para poder vivir allí por siempre.
Su historia es un recordatorio de la importancia de las raíces y de esperanza, incluso en los momentos más difíciles.