Juan fue el último habitante de este pueblo. Durante muchos años, vivió en Peón solo, aunque siempre se sentía acompañado, había crecido aquí y tenía muchos recuerdos felices de su juventud, cuando el pueblo estaba lleno de vida.
Con el tiempo, la gente fue abandonándolo en busca de una vida mejor en la ciudad y a pesar de la soledad, Juan no se rindió. Se aseguraba de cuidar su hogar y mantenerlo en buenas condiciones, mientras cultivaba su huerto y criaba a sus animales. Era un trabajo duro, pero Juan era feliz.
A los largo del año, algunos ganaderos y cazadores llegaban a Peón en busca de refugio y Juan los acogía con los brazos abiertos. Le encantaba contarles sus historias y aventuras.
De esta manera se convirtió en un gran anfitrión, siempre dispuesto a ayudar a los demás y hacerlos sentir cómodos en Peón. La gente de los alrededores lo admiraba por su generosidad, y su casa se convirtió en un refugio para aquellos que necesitaban ayuda.
Su historia es una alegato a la hospitalidad y cómo ésta puede cambiar la vida de las personas. La amabilidad y la generosidad tiene un importante impacto en nuestra vida y en la de los demás.
Casa Puente I
Desde 21 €/pax/día
Capacidad para 2 personas
Casa Puente II
Desde 21 €/pax/día
Capacidad para 2 personas
Reservar pueblo
Desde 12 €/pax/día
Capacidad para 30 personas